La educación universitaria suele ser vista como la puerta hacia el futuro, pero también como una inversión. Por eso es necesario tener claras las circunstancias que rodean el pago de la carrera universitaria. Esto incluye la recuperación de esta inversión.
La inversión más notoria que se hace en una carrera universitaria es la económica. Esta supone ajustar los presupuestos familiares o acudir a créditos estudiantiles. Estos últimos pueden tramitarse con entidades como PROBABEC o a través de bancos y otras instituciones privadas.
Como padres, todo esto se hace pensando en un futuro prometedor. Pero también, no hay porqué negarlo, pensando un poco en cómo y cuándo se recuperará. Estas son variables que no siempre tienen una respuesta rígida.
Este apartado no tiene mayor complicación. Vendrá a través del esfuerzo laboral de nuestros hijos. Ya sea porque decidan correr con algunos de nuestros gastos o porque tengan a bien de ofrecernos mejoras en nuestra calidad de vida.
La cuestión del tiempo alrededor del retorno económico es más delicada. Pueden pasar apenas un par de años desde que el joven ingresa a la universidad o suceder cuando culmine la carrera.
La mayor certeza al respecto es esta: reside en la posibilidad de que los hijos puedan ocuparse de sus padres cuando estos, por edad, no sean ya personas que produzcan ingresos monetarios.
Recuperar la inversión económica en educación debe verse más como algo a largo plazo. Es allí donde se verán realmente los frutos de este esfuerzo.
Al hablar de inversión pensamos en dinero. En los estudios universitarios, no es esta la única que hacemos. También invertimos, como el propio estudiante, nuestras emociones.
Las angustias por las evaluaciones, los trasnochos para terminar un trabajo. Las semanas finales llenas de estrés. Todo esto es una inversión. Pero a diferencia de la económica, hay otra dinámica alrededor de su retorno.
Responder a cómo y cuándo se obtiene un retorno de la inversión emocional no puede hacerse por separado. Una cosa está muy ligada a la otra, casi fundida.
Así, cuando a nuestro hijo le va bien y obtiene una alta calificación en una prueba, esa alegría es nuestro retorno. Verlo crecer como profesional, con el pecho hinchado, es también un retorno. Que sea reconocido por profesores y compañeros, eso lo vale igual.
El momento culminante es cuando recibe su titulación. No hay un retorno más grande en el apartado académico. Y no importa si es un pregrado, posgrado o una segunda carrera. El orgullo y satisfacción serán siempre igual de grandes.
Es por eso que los padres lo damos todo por nuestros hijos. Para verlos cumpliendo sus sueños y metas. Razones hay de sobra, porque los retornos de la inversión universitaria estarán con nosotros para el resto de la vida.
Cambiar el colegio por la universidad es un desafío que resulta inquietante, pero es un crecimiento tanto para el estudiante como para su familia.
En la San Pablo contamos con servicios de acompañamiento como tutorías, psicólogos y atención médica que garantizan el bienestar de nuestros estudiantes.
Siempre aparecen dudas cuando nuestros hijos están por empezar la vida universitaria, una de ellas es ¿en qué ciudad estudiar? ¿es mejor Arequipa, irse a Lima o buscar opciones en el extranjero?
La educación universitaria suele ser vista como la puerta hacia el futuro, pero también como una inversión. Por eso es necesario tener claras las circunstancias que rodean el pago de la carrera universitaria.
Las carreras del área de la ingeniería son de las más estudiadas por los jóvenes en el Perú,...
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